NAVIDAD/CARCEL



En junio del 1999 fui arrestado y en diciembre de ese mismo año pasé mi primera Navidad en la cárcel. Las navidades, son tan extrañadas por todos aquellos que se encuentran cautivos cumpliendo una sentencia. Me recuerdo solo, en una celda pequeña, sin televisor, sin un libro que leer, sin un amigo con quien hablar. Escuchando y mirando a la distancia los estallidos de luces coloridas de los fuegos artificiales y el estruendo de los petardos, cohetes, cuartos de dinamitas, cheryboom y las inigualables detonaciones de armas de fuego que intentan camuflar sus ráfagas irresponsables con los sonidos típicos de la Navidad. (Ni una bala más)
No tenía con quien hablar, porque todos los confinados estaba mirando por las ventanas de sus celdas los destellos en el cielo. Me recuerdo frustrado he impotente, me habían sentenciado a una larga condena y mi única hija había nacido en esa, mi primera navidad en la cárcel. Yo tenía 17 años de edad, con una hija recién nacida y me había sentenciado a 51 años de cárcel. Quería morirme.
Fueron 15 años que estuve en la cárcel, 14 Navidades seguidas mirando a la distancia desde la ventana de una celda, en alguna de las 37 cárceles de Puerto Rico. Hoy a mis 35 años de edad agradezco a Dios y a todas las personas que creyeron en mí y me apoyaron para que yo pudiera salir adelante. Hoy mi hija tiene 17 años, yo 35 y puedo ver los destellos de los fuegos artificiales, aun a la distancia. Pero ahora desde la ventana de mi casa, libre, cerca de las personas que amo y deseando que un día en Puerto Rico ya no existan cárceles, que los confinados al igual que yo hayan cambiado y puedan disfrutar de las Navidades cerca de sus seres queridos.

Felicidades a todos los confinados y a sus familiares, felicidades a todo Puerto Rico.


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